Reseña del libro: ‘Comunicación artificial’ de Elena Esposito

¿Están las máquinas aprendiendo a hablar con nosotros, o simplemente estamos mejorando en comunicarnos con ellas?

Cuando se trata de algoritmos que funcionan con aprendizaje profundo y big data, surge una extraña paradoja, dice Elena Esposito en ‘Comunicación artificial’ (The MIT Press, £ 22.50, ISBN 9780262046664). Cuanto mejor se vuelven en la conducción de automóviles, componer música y escanear libros, más aumenta nuestra incomodidad. Solo tiene que escribir un correo electrónico o picotear un texto para descubrir que el texto predictivo poco confiable de antaño ha dado paso a un conjunto espeluznantemente preciso de sugerencias sobre cuál podría ser su próxima palabra en su narrativa lineal. O incluso cómo completar su oración. Esta extraña sensación de que las máquinas o el software se comportan de una manera demasiado similar a nuestros propios procesos de pensamiento humanos ha dado lugar a la expresión «valle inquietante».

Esposito, quien es profesor de sociología y trabaja en el campo de la teoría de los sistemas sociales, argumenta que cuando pensamos de esta manera: ‘¿cómo sabe mi teléfono inteligente cuáles son mis canciones favoritas?’ – nos lleva a preguntarnos si las máquinas simplemente se han vuelto demasiado inteligentes. Pero en su último libro, subtitulado ‘Cómo los algoritmos producen inteligencia social’, argumenta que este tipo de comparación es engañosa.

Para tener una idea más clara de lo que está pasando, tenemos que dar la vuelta al telescopio: si las máquinas contribuyen a la inteligencia social, no será porque hayan aprendido a pensar como nosotros, sino porque hemos aprendido a comunicarnos con ellas. La fuerza de esta idea radica en la proposición de que, para comprender nuestra interacción con las máquinas, debemos dejar de pensar tanto en términos de inteligencia artificial y cambiar el énfasis a la comunicación artificial. Después de todo, la posibilidad de que no estemos hablando con un humano cuando reservamos vuelos, compramos boletos y pagamos facturas en línea se ha desplazado rápidamente al área de probabilidad, si no certeza.

La forma en que vemos esta interacción es defectuosa, dice Esposito. Cuando interactuamos con un programa «inteligente», comenzamos a preguntarnos si podría ser inteligente, aunque solo sea de una manera diferente a los humanos. La sabiduría de seguir este tren de pensamiento, argumenta, es cuestionable: después de todo, la comunicación es algo que siempre ha evolucionado, mientras que lo que define a la inteligencia humana sigue siendo un «misterio». Por su parte, la “información generada de forma autónoma por algoritmos no es aleatoria en absoluto y está completamente controlada, pero no por los procesos de la mente humana”. El verdadero desafío en el aprendizaje automático y los grandes datos en la actualidad, dice, es obtener una dirección sobre cómo «controlar este control», cómo gestionar su impacto en una sociedad global en la que la incertidumbre es para los humanos una forma de vida.

Es un tema enorme que Esposito examina al analizar el uso de algoritmos en diferentes áreas de la vida social, donde las máquinas no son el enemigo que enfrenta su ingenio superior contra los simples humanos. Es solo que los algoritmos no piensan como nosotros. Sugerente y profundamente relevante.